Cuentos Cortos de Terror
Si eres apasionado a las historias de terror, te dejamos 5 historias que te harán pasar un rato con la piel de gallina
Asà era el tÃo Gerardo, cada que nos juntamos en el rancho de la familia, se ponÃa a platicar de todas las anécdotas que tenia y que nos compartÃa a todos los sobrinos, pero ese dÃa no contó las andanzas si no un cuento de terror en la tormenta, de unos años atrás, y de la que solo se supo, habÃan desaparecido muchas personas.
El cuento de terror en la tormenta, empezó en el estado de Tabasco, y según cuenta el tÃo, de esos temporales empezaron a salir los cuerpos de los panteones, por las inundaciones, algo que a los difuntos molesto y de ahà la anécdota.
El pueblo de Tapijulapa, Tabasco, se encuentra a solo unos cuantos kilómetros de la capital, siempre se escucharon rumores que en el panteón principal, los muertos salÃan de sus tumbas, pero con el temporal todo cambio, ahora se veÃan rondar por los caminos, lo que a la comunidad del pueblo asusto, ya no eran historias o mitos, las personas los veÃan vagar por los caminos, como si deambularan en busca de algo.
Después de las tormentas, y de todos los cuerpos que se llevaron las aguas, empezaron a desaparecer personas que trabajaban en los campos, como si se los tragara la tierra, sin explicación alguna, desaparecÃan para no volver a verlos jamas. Muchas personas se reunieron con el párroco de la iglesia del pueblo, para pedir por eterno descanso de los desaparecidos y de los muertos que empezaron a verse por la región, lo que hizo que todo se calmara.
No se sabe a ciencia cierta, si la desaparición de las personas, tenga relación con lo que la gente vio de los muertos del panteón, pero ninguno se volvió a ver jamás, quedando todo como una historia de terror o un mito urbano mas.
Era la primera vez que Omar iba al cementerio a visitar la tumba de su hermano mayor, el cual murió siendo aun muy pequeño. Sus padres le habÃan contado de él, pero nunca antes los habÃa acompañado. Pero, decidieron que Omar ya era mayor y podrÃa unirse a la tradición familiar.
El chico observaba con atención todo lo que habÃa a su alrededor, grandes estatuas de piedra con forma de ángeles, cruces de todos tamaños y con todo tipo de garabatos, y por supuesto muchas tumbas. Sus familiares que ya conocÃan bien el camino, se movÃan ágilmente entre las lapidas, y a él lo dejaron un poco rezagado. Mientras se apresuraba para no quedarse muy atrás, pasó entre dos tumbas pisando un caballito de madera.
Ya que sus padres acostumbraban llevar juguetes a su hijo difunto en sus cumpleaños, probablemente mucha más gente lo hacÃa, asà que lo recogió para ponerlo en su lugar. Miro la inscripción de las dos tumbas, y en ambas habÃa enterrado un niño, lo cual le dificultaba un poco para devolver el juguete a su dueño. Asà que lo dejó a la suerte, y lanzando una moneda, decidió dejarlo en la tumba a su izquierda.
Se dispuso a salir corriendo para alcanzar a su familia, pero su pie se atoró con algo, y mientras estaba agachado tratando de zafarlo, le tocaron el hombro derecho y una suave voz le susurro al oÃdo: -Ese juguete era mÃo…-, aunque el chico volteó lo más rápido que pudo, sus ojos solo percibieron una ligera forma traslucida que se deslizaba debajo de la lapida a su derecha.
Aunque sus pies estaban listos para salir corriendo y querÃa con todas sus fuerzas hacerlo, no tuvo más remedio que tomar el caballito y devolverlo a su dueño, para después de eso jamás volver a pisar un cementerio.
3- El visitante nocturno
Leonor se mudaba de nuevo. A su madre le encantaba la restauración, asà que su predilección por las casas antiguas empujaba a la familia a llevar una vida más bien nómada. Era la primera noche que dormÃan allà y, como siempre, su madre le habÃa dejado una pequeña bombilla encendida para espantar todos sus miedos. Cada vez que se cambiaban de casa le costaba conciliar el sueño.
La primera noche apenas durmió. El crujir de las ventanas y del parqué la despertaba continuamente. Pasaron tres dÃas más hasta que empezó a acostumbrarse a los ruidos y descansó del tirón. Una semana después, en una noche frÃa, un fuerte estruendo la sobresaltó. HabÃa tormenta y la ventana se habÃa abierto de par en par por el fuerte vendaval. Presionó el interruptor de la luz, pero no se encendió. El ruido volvió a sonar, esta vez, desde el otro extremo de la habitación.
Se levantó corriendo y, con la palma de la mano extendida sobre la pared, empezó a caminar en busca de su madre. Estaba completamente a oscuras. A los dos pasos, su mano chocó contra algo. Lo palpó y se estremeció al momento: era un mechón de pelo. Atemorizada, un relámpago iluminó la estancia y vio a un niño de su misma estatura frente a ella. Arrancó a correr por el pasillo, gritando, hasta que se topó con su madre. “¿Tu también lo has visto?”, le preguntó.
Sin ni siquiera preparar el equipaje, salieron pitando de la casa. Volvieron al amanecer, tiritando y con las ropas mojadas. Se encontraron todo tal y como lo habÃan dejado… menos el espejo del habitación de la niña. Un mechón de pelo colgaba de una de las esquinas y la palabra “FUERA” estaba grabada en el vidrio.
La familia se mudó de manera definitiva para dejar atrás aquella pesadilla. Leonor habÃa empezado a ir a un nuevo colegio y tenÃa nuevos amigos. Un dÃa, la profesora de castellano les repartió unos periódicos antiguos para una actividad. La niña ahogó un grito cuando, en una de las portadas, vio al mismo niño una vez más, bajo un titular: “Aparece muerto un menor en extrañas circunstancias”.
LEYENDA DEL CHUPACABRAS
Nadie pudo creerle su historia, asà que él simplemente se dedicó a fingir que todo estaba bien. Como el chico no se quejaba más, todos dieron por olvidado el asunto, hasta que el pequeño desapareció. La ventana estaba rota, habÃa algunas hojas del roble en el suelo, y señales de arrastre por el patio, las cuales llegaban también hasta el árbol. Aun asÃ, nadie quiso mencionar la relación evidente.
Declararon al chico como perdido iniciando el protocolo policiaco para su búsqueda, pero esta no obtuvo ningún resultado positivo. Con el paso de los dÃas, solo la madre reconoció que su hijo no estaba mintiendo, las pruebas hablaban por si solas; incluso habÃa pasado tanto tiempo mirando con desconfianza al roble, que vio a las ramas cambiar de posición más de una vez.
Asà que tomó un hacha, y fue a darle fuerte al tronco, por su herida brotó sangre, las ramas se extendieron asustadas y la mujer golpeó con más fuerza, pero poco podÃa hacer para derribar al gran roble. Cayó de rodillas al suelo, llena de decepción pero entonces vio frente a ella otra oportunidad, removió la tierra con mucho Ãmpetu, para descubrir las raÃces del árbol y salarlas, pero jamás imagino encontrarse con tal escena, el cuerpo de su hijo yacÃa ahÃ, entre las raÃces, ya casi seco, pues estas alimentaban el roble con la sangre del chico.
Esto habÃa sucedido por muchos años, porque aparte se encontraron 14 cuerpos más, justo igual al número de ramas que el árbol tenÃa.
Mina de diamantes
ad
La minerÃa es una de las actividades más antiguas que ha desarrollado el hombre desde hace siglos, ya que la extracción de piedras preciosas siempre ha interesado a miles de personas.
Hoy les voy a contar una historia de terror que sucedió en un pequeño pueblo hace no mucho tiempo. Resulta que en aquel lugar habÃa una gran mina de diamantes, sólo que nadie se atrevÃa a acercarse siquiera un poco a ella. La razón era porque aseguraban que en su interior vivÃa una bruja. Nelson creÃa que todo esto eran supercherÃas y un dÃa se animó a llevar a cabo una inspección por sà solo, con el fin de demostrarles a los demás que estaban completamente equivocados.
Con sólo dar el primer paso dentro del yacimiento, pudo percatarse de que aquella caverna estaba cubierta en su totalidad de diamantes, inclusive algunos yacÃan en el piso esperando literalmente que alguien pasara y los recogiese. Precisamente eso fue lo que hizo, se detuvo a recolectar unas cuantas piedras cuando de momento escuchó una serie de tétricas carcajadas. Sin saber bien por qué lo hizo, aquella risa lo obligó a adentrarse más y más en la mina.
Al ver que tardaba más de lo pactado, sus amigos comenzaron a llamarlo a gritos, aunque sin obtener ninguna respuesta. Mientras tanto el joven prolongaba su caminata tal y como si se tratara de un zombi o más bien de un ente sin alma. En un suspiro apareció la bruja frente a él y le dijo:
– ¿Por qué entraste a hurtar mis cosas?
– Yo no he tomado nada que no sea mÃo. Replicó el joven sin inmutarse.
– Por supuesto que sÃ, en esa mochila llevas varios de mis diamantes. Ahora pagarás por tu osadÃa.
Y diciendo esto, la bruja levantó una de sus huesudas manos señaló al muchacho y lanzó un conjuro.
La piel y la carne de Nelson se fueron carcomiendo lentamente, no sin antes dejar tras de sà una serie de alaridos que brotaban de la boca de aquel hombre. Acto seguido, sus huesos fueron convertidos en diamantes.
4- El roble del jardÃn
Cuando Alejandro vino al mundo, el roble ya estaba en el jardÃn, a nadie le extrañó que el chico le temiera, pues era más grande que él y sus ramas parecÃan brazos estirándose para alcanzar algo. Pensaron que al crecer olvidarÃa el miedo, pero no fue asÃ, el niño se negaba a salir al jardÃn, decÃa que el árbol querÃa atraparlo, intentando entrar por la ventana, hasta la cubrió completamente con un mueble, y a veces los encontraban dormido en la tina del baño.
Nadie pudo creerle su historia, asà que él simplemente se dedicó a fingir que todo estaba bien. Como el chico no se quejaba más, todos dieron por olvidado el asunto, hasta que el pequeño desapareció. La ventana estaba rota, habÃa algunas hojas del roble en el suelo, y señales de arrastre por el patio, las cuales llegaban también hasta el árbol. Aun asÃ, nadie quiso mencionar la relación evidente.
Declararon al chico como perdido iniciando el protocolo policiaco para su búsqueda, pero esta no obtuvo ningún resultado positivo. Con el paso de los dÃas, solo la madre reconoció que su hijo no estaba mintiendo, las pruebas hablaban por si solas; incluso habÃa pasado tanto tiempo mirando con desconfianza al roble, que vio a las ramas cambiar de posición más de una vez.
Asà que tomó un hacha, y fue a darle fuerte al tronco, por su herida brotó sangre, las ramas se extendieron asustadas y la mujer golpeó con más fuerza, pero poco podÃa hacer para derribar al gran roble. Cayó de rodillas al suelo, llena de decepción pero entonces vio frente a ella otra oportunidad, removió la tierra con mucho Ãmpetu, para descubrir las raÃces del árbol y salarlas, pero jamás imagino encontrarse con tal escena, el cuerpo de su hijo yacÃa ahÃ, entre las raÃces, ya casi seco, pues estas alimentaban el roble con la sangre del chico.
Esto habÃa sucedido por muchos años, porque aparte se encontraron 14 cuerpos más, justo igual al número de ramas que el árbol tenÃa.
Mina de diamantes
ad
La minerÃa es una de las actividades más antiguas que ha desarrollado el hombre desde hace siglos, ya que la extracción de piedras preciosas siempre ha interesado a miles de personas.
Hoy les voy a contar una historia de terror que sucedió en un pequeño pueblo hace no mucho tiempo. Resulta que en aquel lugar habÃa una gran mina de diamantes, sólo que nadie se atrevÃa a acercarse siquiera un poco a ella. La razón era porque aseguraban que en su interior vivÃa una bruja. Nelson creÃa que todo esto eran supercherÃas y un dÃa se animó a llevar a cabo una inspección por sà solo, con el fin de demostrarles a los demás que estaban completamente equivocados.
Con sólo dar el primer paso dentro del yacimiento, pudo percatarse de que aquella caverna estaba cubierta en su totalidad de diamantes, inclusive algunos yacÃan en el piso esperando literalmente que alguien pasara y los recogiese. Precisamente eso fue lo que hizo, se detuvo a recolectar unas cuantas piedras cuando de momento escuchó una serie de tétricas carcajadas. Sin saber bien por qué lo hizo, aquella risa lo obligó a adentrarse más y más en la mina.
Al ver que tardaba más de lo pactado, sus amigos comenzaron a llamarlo a gritos, aunque sin obtener ninguna respuesta. Mientras tanto el joven prolongaba su caminata tal y como si se tratara de un zombi o más bien de un ente sin alma. En un suspiro apareció la bruja frente a él y le dijo:
– ¿Por qué entraste a hurtar mis cosas?
– Yo no he tomado nada que no sea mÃo. Replicó el joven sin inmutarse.
– Por supuesto que sÃ, en esa mochila llevas varios de mis diamantes. Ahora pagarás por tu osadÃa.
Y diciendo esto, la bruja levantó una de sus huesudas manos señaló al muchacho y lanzó un conjuro.
La piel y la carne de Nelson se fueron carcomiendo lentamente, no sin antes dejar tras de sà una serie de alaridos que brotaban de la boca de aquel hombre. Acto seguido, sus huesos fueron convertidos en diamantes.
HISTORIAS REALES DE FANTASMAS
Al tiempo fallecieron sus padres, y con ello creció la desgracia de aquel hombre, quien tomó la decisión de invocar al diablo para pedirle riquezas. Finalmente logró que Lucifer se le apareciera, éste le ofreció todo el dinero que quisiera, pero a cambio debÃa darle su alma. El Charro aceptó sin pensar la propuesta del diablo, sintiéndose victorioso, ya que por fin tenÃa lo que tanto habÃa deseado tener mucho dinero y cumplir cada uno de sus caprichos.
El tiempo fue pasando el Charro ya entrado en edad, se fue dando cuenta que estaba muy solo, nada lo hacÃa feliz, las mujeres y amigos que tenÃa a su lado era solo por interés. Conforme fueron pasando los años el Charro olvidó el pacto que habÃa hecho con el diablo, quien no tardó en aparecer y darle asà un gran susto. Este hombre trató de esconderse, mandó a colocar cruces por todas sus tierras y a construir capilla.
El Charro preocupado no podÃa estar tranquilo, el cobro de la deuda lo atormentaba cada segundo de su vida. Tomó la decisión de huir sin que nadie lo viera, agarró su caballo junto con una bolsa llena de monedas de oro y se fue. Pero el poder del diablo era muy fuerte y no tardó en darse cuenta de las intenciones del hombre.
Nuevamente se le apareció y le dijo: iba a esperar que te murieras para venir por tu alma, pero por tu cobardÃa te llevaré ahora mismo. El Charro intentó reaccionar con su caballo, a quien el diablo también condenó al infierno, no sin antes dejarle la tarea de cobrarle a quienes le deben. Y si lo hacÃa bien, dejarÃa que el hombre que acepte la bolsa con las monedas, tome su lugar.
A partir de ese momento, el Charro fue condenado a sufrir un sinfÃn de tormentos en el infierno, y solo salir para cobrar a quienes tienen deudas con Lucifer. Con la esperanza de que algún dÃa, alguna persona avariciosa acepte las monedas y tome su lugar. Solo asà el Charro Negro y su caballo lograrÃan descansar en paz.
5- El Charro Negro
Otro un cuento de terror corto, el Charro venÃa de una familia pobre, pese a las carencias materiales a este joven jamás le faltó el amor de sus padres. Sin embargo esto no parecÃa suficiente para él, ya que estaba obsesionado con obtener recursos para andar muy bien vestido y calzado. Los dÃas pasaban y el Charro se llenaba aún más de frustración por la pobreza en la que vivÃa. Por más que trabajaba, el dinero no le alcanzaba para tener el estilo de vida que tanto deseaba.
Al tiempo fallecieron sus padres, y con ello creció la desgracia de aquel hombre, quien tomó la decisión de invocar al diablo para pedirle riquezas. Finalmente logró que Lucifer se le apareciera, éste le ofreció todo el dinero que quisiera, pero a cambio debÃa darle su alma. El Charro aceptó sin pensar la propuesta del diablo, sintiéndose victorioso, ya que por fin tenÃa lo que tanto habÃa deseado tener mucho dinero y cumplir cada uno de sus caprichos.
El tiempo fue pasando el Charro ya entrado en edad, se fue dando cuenta que estaba muy solo, nada lo hacÃa feliz, las mujeres y amigos que tenÃa a su lado era solo por interés. Conforme fueron pasando los años el Charro olvidó el pacto que habÃa hecho con el diablo, quien no tardó en aparecer y darle asà un gran susto. Este hombre trató de esconderse, mandó a colocar cruces por todas sus tierras y a construir capilla.
El Charro preocupado no podÃa estar tranquilo, el cobro de la deuda lo atormentaba cada segundo de su vida. Tomó la decisión de huir sin que nadie lo viera, agarró su caballo junto con una bolsa llena de monedas de oro y se fue. Pero el poder del diablo era muy fuerte y no tardó en darse cuenta de las intenciones del hombre.
Nuevamente se le apareció y le dijo: iba a esperar que te murieras para venir por tu alma, pero por tu cobardÃa te llevaré ahora mismo. El Charro intentó reaccionar con su caballo, a quien el diablo también condenó al infierno, no sin antes dejarle la tarea de cobrarle a quienes le deben. Y si lo hacÃa bien, dejarÃa que el hombre que acepte la bolsa con las monedas, tome su lugar.
A partir de ese momento, el Charro fue condenado a sufrir un sinfÃn de tormentos en el infierno, y solo salir para cobrar a quienes tienen deudas con Lucifer. Con la esperanza de que algún dÃa, alguna persona avariciosa acepte las monedas y tome su lugar. Solo asà el Charro Negro y su caballo lograrÃan descansar en paz.
0 Comentarios